LES, REFLEXIÓN - ¿QUIÉN ENDURECIÓ EL CORAZÓN DEL FARAÓN?

LES, Reflexión lunes 21 de julio.
La historia del endurecimiento del corazón del faraón nos deja una lección profunda y relevante para todos los tiempos. En varias ocasiones, la Biblia dice que Dios endureció el corazón del faraón.
“Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo” (Éxo. 4: 21),
sin embargo, también afirma que fue el mismo faraón quien endureció su propio corazón. “Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo” (Éxo. 7: 13, 14)
¿Es esto una contradicción? No lo es. Más bien, es un reflejo de cómo Dios actúa respetando el libre albedrío humano.
Fue la rebeldía y el orgullo del propio faraón que lo condujo al rechazó de la voluntad de Dios. Él no fue un hombre confundido, fue un líder que tomó decisiones conscientes. Su corazón ya estaba inclinado a la obstinación. Dios, en su justicia, no forzó su voluntad, sino que profundizó su elección. Al hacerlo, permitió que la dureza de su corazón llegara a su punto más alto. Fue como si Dios dijera: “Si eso es lo que eliges, entonces que se cumpla plenamente”.
Este relato nos recuerda que cada decisión que tomamos moldea nuestro carácter. Si elegimos resistir a Dios, no solo lo alejamos de nuestras vidas, sino que corremos el peligro de quedar, como el faraón, a merced de nuestros propios impulsos, sin la influencia protectora del Espíritu Santo. Pero si decidimos abrir el corazón, Dios nos transforma.
La analogía del sol es poderosa: el mismo sol que derrite la mantequilla también endurece la arcilla. No es el sol lo que cambia, sino la naturaleza del material. Así también, la Palabra de Dios puede ablandar un corazón dispuesto o endurecer uno que ya decidió cerrarse.
Reflexión
Hoy, como el faraón, estamos ante decisiones cruciales. Podemos elegir obedecer a Dios o resistirnos a Él. Pero recordemos que el rechazo continuo endurece el corazón, mientras que la obediencia la moldea a imagen divina.