LES, REFLXIÓN - EL JUICIO DIVINO

LES, Reflexión jueves 31 de julio.
La última plaga sobre Egipto cayó, sobre los primogénitos. Este fue un juicio divino sobre todos los dioses de Egipto y sobre todas las familias que adoraban a estos dioses falsos.
Esta plaga no fue un acto de crueldad, sino un juicio justo contra un sistema que se había endurecido en el pecado. Cada plaga había sido una oportunidad para el arrepentimiento del Faraón y a su pueblo, pero en vez de eso se volvieron más obstinados.
La muerte de los primogénitos fue un golpe directo al corazón del orgullo egipcio: los dioses que ellos veneraban eran impotentes ante el poder del Dios verdadero.
La muerte de los primogénitos nos recuerda que el pecado no solo nos afecta a nosotros, sino también a los que nos rodean. Tal como los israelitas habían sufrido la muerte de sus hijos por los decretos del faraón, ahora los egipcios cosechaban las consecuencias de sus decisiones. Esto refleja una verdad solemne: “lo que se siembra, se cosecha” (Gál. 6:7).
Nuestras acciones pueden traer dolor a aquellos a quienes consideramos inocentes
Para el pueblo de Dios la última plaga no representó nada, porque la sangre del cordero en los dinteles de las puertas los libró de la muerte. Esa sangre señalaba proféticamente a Cristo, el Cordero de Dios que derramó su sangre para que nosotros tengamos vida eterna.
Esta historia nos invita a examinar nuestras vidas: ¿estamos escuchando el llamado de Dios o endureciendo nuestro corazón.
Aplicación.
Así como la sangre del cordero protegió a Israel del juicio, hoy solo la sangre de Cristo puede librarnos de las consecuencias del pecado.
No endurezcamos el corazón como el Faraón, sino, acerquémonos a Jesús, aceptemos su perdón y vivamos obedeciendo su Palabra, para que nuestras vidas sean un canal de bendición y no de dolor para otros.